En ese supuesto, se producirían graves problemas de salud humanos y estragos ambientales a escala global en ambos hemisferios durante al menos una década, según un estudio de la Universidad de Colorado, en EEUU.
La investigación se publica hoy en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciencies'.
Los investigadores Brian Toom y Michael Mills, de la Universidad de Boulder, capital del Estado de Colorado, han utilizado un nuevo programa informático en el que han simulado la explosión de un centenar de bombas nucleares de 15 kilotones cada una –similares a las que se lanzaron en Hiroshima–, que es el arsenal nuclear que almacenan los dos países del sur de Asia.
La simulación informática ha dado como resultado que las explosiones y posteriores incendios urbanos provocarían columnas enormes de humo y hollines en una cantidad de hasta cinco millones de toneladas métricas, y de hasta 70 kilómetros de altura, ya en el límite de la estratosfera.
Según Michael Mills, principal autor del análisis, el hollín –diminutas partículas en suspensión– absorbería una gran parte de la radiación solar, lo que provocaría el calentamiento de los gases atmosféricos.
En esas circunstancias, se producirían reacciones químicas, entre ellas la catálisis que logra romper las moléculas de ozono (O3), destruyendo esa fina capa que protege la atmósfera de la radiación solar.
Crisis sanitaria
«Habría una reducción drástica de la capa de ozono, que persistiría durante muchos años», ha señalado Mills, experto en física Atmosférica y del Espacio de la citada universidad.
«En las latitudes medias –las más cercanas al Ecuador, la disminución del ozono sería de hasta un 40%, lo que tendría enormes consecuencias sobre la salud humana y los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos», añade el experto.
Desde los 20 grados de latitud norte y sur hasta los polos, las reducciones serían similares a las que se registran en la Antártida.
La investigación, titulada 'Pérdida masiva de ozono tras un conflicto nuclear regional', asegura que los millones de toneladas métricas lanzadas a la atmósfera calentada por grandes columnas de humo acelerarían los ciclos catalíticos de la estratosfera, especialmente las reacciones en las que interviene el óxido de nitrógeno (NOx), que destruyen el ozono.
«Los modelos informáticos muestran que la pérdida del ozono continuaría durante cinco años y persistiría durante al menos otros cinco años», señala Mills.
Cálculos anteriores de 1985 del Consejo de Investigación Nacional de EEUU, habían estimado que una guerra nuclear global que implicara a miles de megatones de potencia –miles de veces más que la investigación realizada– reducirían la capa de ozono sólo un 17% y únicamente en el hemisferio norte durante unos tres años.
«Aquellos modelos no podían predecir las consecuencias de una masiva inyección de humo en la estratosfera. La sorpresa de nuestra investigación es que ha sido capaz de detectar las pérdidas de ozono por la masiva reacción catalítica que entonces no se pudo tener en cuenta», declara Brian Toom en la revista.
Las consecuencias inmediatas en la salud humana por la falta de ozono en la atmósfera son la proliferación de cáncer de piel y cataratas en los ojos. Estas afecciones se conocen en la regiones australes del planeta donde la población toma precauciones para protegerse de los rayos ultravioleta.
Estas radiaciones son muy perjudiciales en los ecosistemas acuáticos y afectan particularmente a los anfibios, crustáceos, peces y fitoplancton. «Si los humanos pueden protegerse, poco pueden hacer otros organismos vivos. Las consecuencias de cómo respondería la naturaleza a grandes aumentos de rayos ultravioleta se desconocen», señaló Toom.
Las consecuencias de una guerra nuclear limitada como la analizada podrían «producir tantas fatalidades como toda la Segunda Guerra Mundial e interrumpir el clima durante más de una década», señala el informe.
De las ocho naciones que reconocen poseer armamento nuclear, Pakistán y la India son los que tienen el más limitado número de cabezas atómicas. El informe señala que otros 40 países tienen suficiente plutonio, uranio o la combinación de ambos para producir arsenales nucleares.
Una guerra nuclear limitada como la analizada de unas 100 bombas de 15 kilotones, significa sólo el 0,03% de la potencia bélica nuclear mundial. «El mundo se ha convertido en un lugar peligroso puesto que una guerra regional tendría impactos globales», concluye Brian Toon.
Fuente: elmundo.es
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