Un tipo con mucho tiempo libre ha cogido una vieja lavadora que tenía en casa, la ha sacado al patio, le ha metido un ladrillo (¡?) y a continuación la ha enchufado. No contento con el resultado, unos segundos más tarde ha decidido echar un segundo ladrillo en el tambor. Ya os podéis imaginar cómo ha acabado el pobre electrodoméstico
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