Mirando el Universo desde la Vía Láctea, es difícil discernir la verdadera estructura de nuestra propia galaxia. Pero un ambicioso esfuerzo con el Telescopio Espacial Spitzer nos ofrece ahora evidencias convincentes de que vivimos en una gran galaxia que se distingue por dos brazos espirales (los brazos de Perseo y de Escudo-Centauro) que emergen de los extremos de una gran barra central.
De hecho, desde una posición estratégica en la que viéramos nuestra galaxia de frente, los astrónomos en otras galaxias distintas verían la Vía Láctea como una espiral barrada de dos brazos similar a la que vemos en esta ilustración artística.
Las anteriores investigaciones identificaban a nuestra galaxia con una pequeña estructura barrada central y cuatro brazos espirales. Los astrónomos siguen situando al Sol a un tercio de camino desde el borde de la Vía Láctea, en un brazo menor llamado el Ramal de Orión.
Fuente: 20minutos.es
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